Gracias Dios. Como buen guerrero salí corriendo por los senderos, rescatando mis tesoros más sagrados y dejando mis tesoros resguardados, preservando sueños consagrados. Lloré, grité y no encontré la libertad que quería ni la paz. Caminé, peregriné y encontré una luz que enturbiaba mi mente. Entonces respiré y como una esperanza de un Dios, de una humanidad, encontré raíces y alas.
Volé la imaginación, entonces encendí los soles y dije: “Ya no estás solo”. Ahí está la respuesta: un perro guardián que siempre va a guardar las razas y los ancestrales aquí y ahora.
Siempre he rezado, siempre he invocado, pero esta vez honré mis tradiciones —las tradiciones— y encontré un mundo de naciones. Haciendo oración vi la luz de un nuevo sol.
No estamos solos: están la Madre, el Padre, pero principalmente el Gran Espíritu. ¡Sonríe y ríete que es en serio!
- Don Lauro de la Cruz.